Refutación de Keynes: Henry Hazlitt (9)

Cap. 9 La Propensión a Consumir

En la primera sección, “digresión sobre economía matemática”, Hazlitt critica la poca utilidad de las ecuaciones matemáticas, ya que si bien en la actualidad se han perfeccionado y se han vuelto más complejas al momento de crear modelos matemáticos, no van más allá de representar un estado de demanda, del que exista durante más de un instante de tiempo. Y esto porque por el propio paso del tiempo y las impredecibles decisiones de los agentes económicos lo impiden. Peor aún es establecer funciones (función de oferta y demanda global) dependientes de una variable (número de hombres empleados ) y creer que es lo que explica la economía en su conjunto.

En “el significado de ahorro” Hazlitt cita la definitiva definición del ahorro para Keynes. Recordemos que en los primeros capítulos, Keynes se mostraba ambiguo en lo que respecta a la definición de ahorro, pues el ahorro primero era igual a la inversión y por otro lado, el ahorro no tenía conexión con la inversión. Ahora bien, la definición definitiva de ahorro en la teoría general “es el acto simplemente negativo de dejar de gastar dinero o negarse a gastarlo en bienes de consumo o en bienes de capital, directa o indirectamente”. Dos  objeciones pueden hacerse de esta proposición: que la división entre bienes de capital y bienes de consumo es arbitraria y en la realidad es muy difícil de contabilizarlas como tal; que la simplicidad de su modelo macroeconómico no necesariamente tiene una conexión con la realidad, esto por las definiciones arbitrarias y matemáticas que tiene, que no tienen sustento en la realidad.

En resumen: “he aquí la Teoría General, con su tergiversación de
todos los valores: la gran virtud es el consumo, la disipación, la imprevisión; el gran vicio es el ahorro, la austeridad, la “ prudencia financiera”.Reservaremos para más adelante la exposición de por qué el “enigma” de Keynes es un enigma de su propia imaginación, no del sistema económico de libre empresa. Pero podemos anticipar aquí una de nuestras principales críticas, llamando la atención sobre la informe e ingenua concepción de Keynes de “ consumo” e “ inversión” en términos puramente cuantitativos, cuando todo ser humano civilizado, en su consumo real y en su utilización real de equipo capital, los concibe igualmente en términos cualitativos. Existen, naturalmente, límites definidos al uso o consumo cuantitativos de alimentos, de vestido, de vivienda y de equipo capital Pero no cabe poner límites a las posibles mejoras en la calidad del equipo capital y de los bienes y servicios a cuya producción este puede coadyuvar.”

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