Fascismo y Capitalismo – Llewellyn H. Rockwell (18)

Capítulo 18 – Demonios gemelos

En esta oportunidad trataremos la relación del siglo (XX) de la guerra con el siglo de la banca centralizada.

Veamos, los bancos centrales realizan tras funciones para el sistema bancario y para el gobierno:

  • Son los prestamistas de última instancia del gobierno
  • Coordinan la inflación de la oferta monetaria de las economías
  • Financian a los gobiernos mediante inflación

Por otro lado, los gobiernos pueden aumentar sus ingresos de tres maneras:

  • Mediante impuestos
  • Endeudarse
  • O pueden financiarse con préstamos del banco central, esto es, con políticas inflacionistas

De las maneras que tiene el gobierno para financiarse, la que menos le cuesta en términos políticos y económicos es cuando se presta del banco central.

“Primero, el gobierno federal es capaz de vender sus bonos a precios artificialmente altos (y a tipos de interés correspondientemente bajos) porque los compradores de su deuda saben que pueden cambiar de idea y vender a la Reserva Federal. Es verdad que el gobierno federal tiene que pagar intereses sobre los títulos que posee la Reserva Federal, pero al final del año la Fed paga ese dinero de vuelta al Tesoro, salvo sus insignificantes gastos operativos. Eso cubre del interés. Y en caso de que estéis pensando que el gobierno federal aún tiene que pagar al menos el principal, no es así. El gobierno puede refinanciar su deuda existente cuando vence, emitiendo un nuevo bono para pagar el principal del viejo. Mediante este enrevesado proceso (un proceso que, no casualmente, el público en general es improbable que conozca o entienda), el gobierno federal es de hecho capaz de hacer algo equivalente a imprimir dinero y gastarlo. Mientras que todos los demás tienen que adquirir recursos gastando dinero ganado en una empresa productiva (en otras palabras, primero tienen que producir algo para la sociedad y luego pueden consumir), el gobierno puede adquirir recursos sin tener que producir nada antes. La creación de dinero por medio del monopolio del gobierno se convierte así en otro mecanismo por el que se perpetúa la relación explotadora entre el gobierno y el pueblo”[1].

Puesto que la guerra es cara, que mejor forma de conseguir dinero barato que con ayuda del banco central. Un ejemplo de cómo el Sistema de la Reserva Federal se dedicó a la expansión de crédito y a favor del gobierno fue durante la Primera Guerra Mundial.

En palabras de John Paul Koning:

“Igual que los reyes depreciaban las monedas para ayudar a pagar sus guerras, la Reserva Federal empleó la inflación para ayudar a pagar la participación de los EEUU en la Primera Guerra Mundial. Lo hizo creando y emitiendo dólares a cambio de deuda del estado. En efecto, el balance de la Fed se convirtió en un repositorio de bonos de guerra. Más aún, la Fed llevó esta deuda a su balance a un precio mayor del que el mercado habría pagado, una subvención soportada por todos los poseedores de moneda al disminuir su poder adquisitivo”[2].

Aunque no sólo se amplió su balance en tiempos de guerra, pues como recuerda Elgin Groseclose en American’s Money Machine:

“Aunque la guerra se acabó, en un sentido bélico, en 1918, no se acabó en un sentido financiero. El Tesoro tenía todavía enormes obligaciones que cumplir, que acabaron siendo cubiertas por un préstamo Victoria. El principal apoyo en el mercado fue de nuevo la Reserva Federal”[3].

Otra guerra que le costó caro a los estadounidenses fue la Guerra de Vietnam, pues con la expansión crediticia de la Fed a su gobierno, la economía terminó con alta inflación, alto desempleo, y la caída de su mercado bursátil. Si bien el patrón oro impone disciplina fiscal a los gobiernos, la guerra es un pretexto para abandonarlo.

“La maquinaria bélica y la monetaria están en resumen íntimamente ligadas. Es inútil denunciar la moral grotesca del imperio de EEUU sin al mismo tiempo apuntar al apoyo indispensable que la hace posible. Si queremos oponernos al estado y a todas sus manifestaciones (sus aventuras imperiales, sus subvenciones en el interior, su interminable gasto y acumulación de deuda) debemos apuntar a su origen: el banco central, el mecanismo que el estado y sus medios de comunicación y economistas mantenidos defenderán hasta el día en que mueran. El estado ha convencido a la gente de que sus intereses son idénticos. Busca promover su bienestar. Sus guerras son las de la gente. Es el gran benefactor y la gente ha de contentarse con su papel como sus súbditos contentos. Nuestra visión es diferente. La relación del estado con la gente no es benigna, no es la de un donante magnánimo y un receptor agradecido. Es una relación explotadora, en la que una serie de feudos autoperpetuados que no producen nada viven a costa de la mayoría trabajadora. Sus guerras no protegen a la gente, la despluman. Sus subvenciones no promueven el llamado bien público, lo socavan. ¿Por qué deberíamos esperar que su producción de dinero fuera una excepción a este patrón general?”[4].

El estado no soltará el monopolio del dinero porque es la fuente que le permite comprar apoyo político, lo que quiere es producir dinero, y de mala calidad. Como defensores de la libertad, no deberíamos desear complacerlo.  


[1] Página 210

[2] https://www.mises.org.es/2011/11/de-como-la-fed-ayudo-a-pagar-la-primera-guerra-mundial/

[3] https://mises.org/library/americas-money-machine-story-federal-reserve

[4] Página 215

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