CAPÍTULO IV. TEORÍA DEL INTERCAMBIO
LOS FUNDAMENTOS DEL INTERCAMBIO ECONÓMICO
La relación del intercambio surge cuando un individuo (A), posee bienes de los que unas determinadas cantidades tienen para el menor valor que otras cantidades del bien que posee otro individuo (B), que a su vez, se encuentra en la situación opuestas, es decir, que valora más las cantidades del bien que posee el individuo (A) que las que posee.
Las condiciones para que se dé el intercambio son:
“a) un sujeto económico debe poseer unas determinadas cantidades bienes que para él tienen menos valor que otras cantidades de bienes de que dispone otro sujeto económico, mientras que este segundo mantiene, respecto de su valoración de los bienes que pose, una relación opuesta a la del primero;
b) ambos sujetos económicos deben tener conocimiento de su respectiva situación, y
c) ambos deben tener capacidad suficiente para convertir en realidad el intercambio de bienes.
Si falta una de estas tres condiciones, desaparecen los fundamentos requeridos para un intercambio económico y —respecto de los mencionados sujetos y bienes— queda excluida su posibilidad”[1]
LOS LÍMITES DEL INTERCAMBIO ECONÓMICO
En todo intercambio existe un límite donde los agentes económicos alcanzan un nivel máximo de las ventajas económicas con el que llegan a un nivel de satisfacción mayor del que hubiesen tenido si no habrían intercambiado sus bienes. La idea de este apartado consiste en describir el proceso con un ejemplo numérico[2].
El granjero A tiene 6 caballos y una vaca, el granjero B tiene 6 vacas y un caballo. A podría fácilmente intercambiar uno de sus caballos (0) por una vaca que tendría mucho más valor (40), en tanto que B podría cambiar una de sus vacas (0) por un caballo de A porque le serviría mucho más (40). Luego del intercambio, la situación sería la siguiente:
Si ahora ambos agentes están en una mejor posición respecto de sus necesidades, podrían incrementar más su bienestar intercambiando. Si A cambia otro de sus caballos (10) por una vaca (30) de B, y B acepta, tanto A como B mejorarían su bienestar, porque B cambiaría una de sus vacas (10) por un caballo (30) de A: ambos mejorarían su bienestar en 20 y la nueva situación sería la siguiente:
Si ambos granjeros repiten el proceso, pues no estarían ni mejor ni peor, pues A cambiaría uno de sus caballos (20) por una vaca (20) de B y B lo propio, estaría cambiando una de sus vacas (20) por un caballo (20) de A, es decir, que no se deriva ninguna ventaja económica. De donde se deduce que la existencia del límite se da en este punto, donde se han agotado las ventajas económicas y donde además, un nuevo intercambio empeoraría el bienestar de los agentes económicos[3]. “Se alcanza este límite cuando ya ninguno de los dos contratantes posee cantidades de bienes que tengan para cada uno de ellos menor valor que una cantidad de bienes poseídos por la otra parte, mientras que este segundo contratante se halla en una relación inversa respecto del cálculo de valor”[4]
No obstante, siempre tiene que tomarse en cuenta que las operaciones de intercambio requieren sacrificios para ser concretadas, esto por la distancia que normalmente separa a los agentes que quieran intercambiar sus bienes.
“Los fletes, las primas, los derechos de aduanas, las averías, los costes de correspondencia, los seguros, provisiones y derechos de comisión, los corretajes, los certificados, los gastos de embalaje y almacenaje, la manutención de los comerciantes y de sus auxiliares, los costes financieros y otras cosas similares no son sino algunos de los sacrificios económicos exigidos por las operaciones de intercambio, que absorben una parte de los beneficios económicos que resultan de la realización concreta de las ocasiones que se presentan. A veces, estos sacrificios pueden ser tan elevados que hacen imposible un intercambio que, por otra parte, seria perfectamente posible de no existir estos gastos, en el sentido que tiene esta palabra en economía política”[5]. Recordemos que la condición b) y c), que permite el intercambio, requieren de conocimiento y capacidad para convertir en realidad en intercambio, lo que llevado a un plano mas “macro” se traduce en liberalización de mercados, para integrarse y reducir el coste de exportar e importar por causa de los aranceles y las regulaciones impuestas desde el estado.
Por último, reivindicar la actividad del comerciante, que muchas veces se le califica como actividad improductiva por el hecho de no producir bienes físicos de manera directa. Los comerciantes son tan productivos como los fabricantes o agricultores, y esto porque “la meta de toda economía no es la multiplicación física de los bienes, sino la satisfacción más plena posible de las necesidades humanas y, para alcanzar esta meta, la contribución de los comerciantes no es menos importante que la de aquellas personas a las que hasta ahora se a considerado, desde un punto de vista excesivamente unilateral, como las únicas productoras”[6].
[1] Página 145
[2] Para quien no comprenda el ejemplo, me escribe que se lo explico cuidadosamente mejor
[3] Vea que sucede con el bienestar de los agentes económicos si deciden realizar un cambio más.
[4] Página 153
[5] Página 155
[6] Página 155