Mucho se ha elogiado el éxito de la política económica del gobierno del MAS para mantener a raya la inflación; de lo que no se habla son de las consecuencias de mantener una inflación a esos niveles desde hacía ya muchos años.
No quiero decir que la inflación pueda ser algo que beneficie a las economías, pues destruye el poder adquisitivo de la moneda, con lo que empobrece a las sociedades. Lo que a continuación quiero mostrar son las consecuencias del control de precios (subvenciones), en este caso, al precio de los carburantes.
Mientras se disfrutaban de unos jugosos precios del gas por exportaciones, nada le importaba al gobierno del MAS:

Total, que hasta el año 2014 se creía que el novedoso modelo nunca se agotaría “siempre y cuando” los precios de las materias primas (sobre todo el gas) mantengan sus precios altos: sin precios elevados no encontraron la manera de sostener el enorme gasto que año tras año inyectaban a la economía y lo siguen haciendo, a pesar de que el boom de las materias llegó a su fin. Pero volvamos al tema central.
Si bien la inflación se mantuvo en niveles relativamente bajos comparados con otras economías de la región, el costo es un drenaje de divisas que pone en riesgo el tipo de cambio[1].
Por tanto, una inflación baja nos cuesta un riesgo de devaluación, mayor endeudamiento estatal y/o mayores impuestos; además de que, en caso de una devaluación, se incrementarían tanto el precio de los carburantes y también de todos los bienes que importamos.
Para poner las cosas en un claro panorama, el incremento de las importaciones en los carburantes es tal actualmente, que ni en el gasolinazo[2] se disparó tanto:
- Comparando el primer semestre de los años 2009-2010 el crecimiento en valor de los carburantes fue de 107% y en volumen 39%
- Comparando el primer semestre de los años 2021-2022 el crecimiento en valor de los carburantes fue de 151% y en volumen 47%
Y si a eso le añadimos unos precios mucho más elevados del petróleo pues no hay mucho más en que pensar. Si hasta el año 2021 las divisas llegaron a tal desplome, que ya no cubren las importaciones de los carburantes. En 2021 la importación de carburantes llego a 2.252 Millones de USD y las divisas del BCB llegaron a 1.647 Millones de USD

A todo esto, una devaluación no es una medida acertada que se pueda tomar, aunque también es impensable que el gobierno recurra a ella en este escenario de tensión a nivel político y social. La medida más acertada que puede tomar ahora es un ajuste del gasto a niveles realistas con los ingresos estatales. Ya no es posible seguir gastando como cuando se vivía un boom y eso es lo que no tiene en cuenta el gobierno como tampoco está considerando las consecuencias desastrosas que eso tiene.
Improvisar con decretos como el DS 4773 que tiene por objetivo financiar la importación de los combustibles líquidos es claro y da cuenta lo que espera Luis Arce: un nuevo boom o explotar sin medida otro recurso natural valioso como el litio para mantener su modelo insolvente. ¿Y qué haremos cuando el gobierno se quede sin recursos para explotar como nos pasó ya con la plata, el estaño y ahora con el gas?
Mi punto de vista es que el modelo de Luis Arce mientras ocupaba el Ministerio de Economía está diseñado para un mundo en el que los recursos exportables son infinitos y pueden ser gastados a manos llenas por la clase política sin pensar que habrá algún tipo de consecuencia. Pero como están las cosas, el MAS ya no tiene más ideas para estabilizar sosteniblemente la economía, y seguirán apostando a su modelo: por mucho que la crisis esté tocando a su puerta.
[1] Esto porque en general ya no se vive con superávits comerciales y mayores importaciones de carburantes generan un egreso de divisas (menos reservas para mantener el tipo de cambio)
[2] Decreto Supremo Nº 748, 26 de diciembre de 2010 que incrementó el precio de la gasolina, la gasolina especial y el diésel, entre otros.