“El gobierno es incapaz de darnos algo sin despojarnos de algo más.”
- Henry Hazlitt, La economía en una Lección
Todos los Estados calculan su presupuesto por lo general un año antes, lo que tiene sus complicaciones por un lado, y al mismo tiempo resulta ser muy discrecional para aquellos gobiernos que adoran gastar.
Es complicado hacer proyecciones en cuanto a los ingresos y gastos que se tendrán, sobre todo para los países como el nuestro, donde dependemos de la fluctuación del precio de las materias primas que exportamos como el gas, el oro o la soya. Mención especial tiene el gas (IDH+Venta de Hidrocarburos) en los ingresos presupuestarios, pues entre 2006-2014 ha sido el principal ingreso del Estado.
En este sentido, si queremos evitar que nuestro gobierno sea deficitario, tendríamos que ser muy prudentes al momento de elaborar nuestro presupuesto. Si por ejemplo proyectamos que el precio promedio del gas 1 será de 100 USD nuestro presupuesto tendrá contemplado ingresos por gas de 50 USD, y sobre esos 50 USD de ingresos calcular el gasto de 50 para evitar endeudarnos.
Sin embargo, nuestra realidad es muy diferente; quienes nos gobiernan no se hacen responsables de la deuda que toman y que las generaciones futuras necesariamente lo padeceran; en todo este escenario de irresponsabilidad gubernamental se le suman los economistas que están de acuerdo en que se tome deuda porque “se la está invirtiendo” y que “mas adelante” esa misma inversión podrá repagar tranquilamente la deuda del pasado y el presente. Estos economistas no se ponen a pensar que el sistema político boliviano es muy polarizado en ideas y en proyectos y que por tanto, lo que construye uno, lo destruye y comienza su propio proyecto. Por tanto, lo mejor para la sociedad boliviana es impedir esta irresponsabilidad fiscal a la que nos tienen acostumbrados.
Lo mejor para el ciudadano boliviano es un gobierno que gaste lo minimo indispensable pues es la sociedad boliviana la que produce, la que ahorra, la que invierte y la que genera empleo: la clase política no.
Dicho esto, tratemos el propósito del artículo…
Recordando que un presupuesto dificilmente puede traducirse exactamente con lo que pase en el año, veamos cómo ha sido la evolución del presupuesto con lo que nos dejó la “realidad”.
Las proyecciones que se hacen del resultado corriente son mas fluctuantes que las del resultado global por los ingresos de hidrocarburos; en cambio, el resultado global puede ser más controlado mediante aumentos o reducciones de la inversión pública. En este sentido, lo que se hizo desde el año 2014 fue la reducción de la inversión pública o gasto de capital.
Y no solamente eso, sino que se priorizó el aumento del gasto corriente y la reducción del gasto de capital o inversión pública, esto por supuesto, desde un punto de vista equivocado, porque lo que genera crecimiento no es el gasto o “demanda interna” sino que es el ahorro y la inversión.
La responsabilidad del gobierno boliviano es mantener las cuentas fiscales en equilibrio, y deberia haber ajustado dichas cuentas ya desde el año 2014 porque el contexto ya no es el mismo desde la caída en el precio de las materias primas, y con la caída de los ingresos, los gastos también deberían haberse ajustado; de otra manera, se incrementa la deuda que por cierto, representa ya el 80% del PIB.
Pero no contentos con que se tuvo un superávit global hasta el año 2014 y un superávit corriente hasta el año 2019, el gobierno del MAS comenzó a endeudarse desde el año 2008.
Entramos en una situación donde ya no existe ahorro público y además el endeudamiento público es elevado (80% del PIB), y el único “ajuste” que hubo fue el de la inversión pública; el ajuste del gasto corriente parece que no le importa al oficialismo, porque su visión equivocada de crecimiento lo lleva a pensar que es el gasto “demanda interna” el generador de crecimiento. Sobre cómo hacer el ajuste de las cuentas públicas, vamos a tratarlo en un siguiente artículo.
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Es conveniente aclarar que los ingresos de hidrocarburos del PGE se calula según el precio del barril de petróleo, no así del gas, que fue usado para fines más didácticos. ↩︎