Sin duda que las políticas redistribucionistas están en la mayor parte de los casos inspiradas en la mejor de las intenciones, pero en economía, las intenciones son irrelevantes, lo importante son los resultados. Cada vez que hay una redistribución, es decir una distribución en un sentido distinto del que asigna el mercado de acuerdo a la eficiencia para asignarlo en otras direcciones, se está comprometiendo severamente los ingresos y salarios en términos reales de la comunidad. Alberto Benegas Lynch (h) – La “Justicia Social” como Antítesis de la Justicia.
Antes de publicar mis propuestas para reducir el exceso del gasto del presupuesto del Estado, me pareció relevante brindar mi punto de vista sobre uno de los temas de actualidad en el país. La oposición y para el Colegio Médico de Bolivia piden, entre otras cuestiones, que se brinde más información al respecto, es decir, que trate con más detalle el tema del financiamiento, por ejemplo; por otro lado, para el partido del MAS, como todos los que piensan distinto a su cúpula son neoliberales financiados por el imperio que conspiran contra su régimen autoritario/dictatorial, cualquier objeción o pregunta esencial que se haga sobre el tema será siempre esquivada, objeto de burla, no respondida, etc.
Veamos, según el ministerio de salud, el SUS “es la manera que el Estado garantiza el acceso universal, equitativo, oportuno y gratuito a la atención integral en salud de la población boliviana” y beneficiará a toda la población sin seguro de salud.
Pero: ¿Cómo se financiaría? Según el presidente, “con recursos económicos del Tesoro General de la Nación (TGN)”. Luego, si uno ve el “flujo financiero del TGN de 2018”, actualmente tiene un déficit es de U$S2.912 millones. ¿Cómo se amortizará el gasto corriente que supone financiar el SUS? No piense el lector que me opongo a que la población viva mejor, a lo que me opongo es a las medidas cortoplacistas que no tienen en cuenta los efectos secundarios de más adelante, pues, implícitamente, el partido está otorgando este servicio, el SUS, al tiempo que endeuda a los bolivianos con menores recursos (que son justamente los que no cuentan con seguro médico).
Nada nunca sale gratis como afirma el partido del MAS, pues como dice el economista Alberto Benegas Lynch (h) “todo derecho tiene como contrapartida una obligación”, y por cada derecho que el partido alegremente crea, está obligando a otros o a los mismos a pagarlo, en el presente (a través de impuestos) o en el futuro (mediante deuda que el partido tranquilamente contrae)
Si tomamos como cierta la estimación del partido del MAS, el 51% de la población no está asegurada, y que según la Administradora Regional de la Caja Nacional de Salud de Cochabamba, Jenny Magne, el servicio de un seguro voluntario familiar estaría costando Bs354 por mes; dicho de otra manera, asegurar a la población boliviana que no cuenta con seguro médico tomando la estimación de población del INE para el 2019 y asumiendo que el seguro voluntario familiar cubre cuatro personas (padre, madre y dos hijos), el costo aproximado del SUS sería de Bs6.200 millones por año, o U$S900 millones por año, lo que no alcanzaría con los U$S200 millones que piensa adelantar el gobierno, y tampoco parece ser una medida sostenible puesto que dicho seguro, si bien mejoraría la calidad de vida de los bolivianos, se trata de un gasto corriente de casi mil millones de dólares por año cuyos “ingresos totales” del Sector Público no Financiero (SPNF) no serán capaces de amortizar, ya que los mismas apenas financian los “egresos totales” que actualmente están siendo cubiertos mayormente con “financiamiento externo”. Estrictamente hablando, el Sistema Único de Salud (SUS), que nada tiene de gratuito, es una medida populista, y probablemente se anunció este año con el propósito de recaudar votos para estas elecciones, que, dicho sea de paso, violan la Constitución que el propio partido del MAS diseñó. Haría muy bien el partido si informara cuánto pagaremos anualmente por este servicio y con qué recursos, si con más impuestos, más deuda pública, o con rentas del gas, porque de otro modo es muy irresponsable y sólo cabe catalogarla de medida electoralista en beneficio del partido.
Demás está decir que, si bien se consiguieron avances en materia de salud, usando un indicador más amplio como el Índice de Desarrollo Humano que refleja tres dimensiones básicas del desarrollo humano como:
Una vida larga y saludable, medida por la esperanza de vida al nacer.
Conocimientos, medidos por la tasa de alfabetización de adultos (con una ponderación de dos tercios) y la combinación de las tasas brutas de matriculación primaria, secundaria y terciaria (con una ponderación de un tercio).
Un nivel de vida decoroso, medido por el PIB per cápita (PPA, dólares EE. UU.)
Vemos que, Bolivia actualmente: “Ocupa el puesto 118 de 189 países en materia del Índice de Desarrollo Humano (IDH) en 2017, manteniéndose en el grupo de países de Desarrollo Humano Medio” cuando, por ejemplo, países con mayor libertad económica como Chile, Uruguay o Perú ocupan los puestos 44, 55 y 89 respectivamente. Uno se pone contento cuando el prójimo mejora su calidad de vida, pero con populismo, visión cortoplacista e irresponsabilidad del partido del MAS no caben esperar resultados sostenibles que beneficien a la población boliviana.