“Las medidas tomadas para reducir el déficit del presupuesto fiscal implicaron una reducción similar en el monto del crédito otorgado por el Banco Central de Bolivia al gobierno y a las empresas públicas. De este modo, disminuyó rápidamente la emisión monetaria destinada a financiar los gastos del Estado, causa de la hiperinflación.”
Antes de explicar la hiperinflación boliviana de 1985 es necesario remontarnos a los fenómenos económicos que nos llevaron hasta ella. El tema en sí fue extensamente detallado por economistas bolivianos y extranjeros, claro ejemplo es Peter Bernholz, citado al inicio del artículo. Lo que no ha sido tan detallado fue remontarse a los años 70 estableciendo como punto de partida el fin del patrón oro y el comienzo del sistema monetario fiat. Este nuevo sistema, que prescindió del respaldo en oro, marcó el inicio de una era en la cual los bancos centrales perderían su “termómetro” (el oro), lo que resultó en un proceso de devaluación sistemática de las monedas y en la pérdida de poder adquisitivo a nivel mundial, un fenómeno que también afectaría a países como Bolivia.
1. El Patrón Oro - patron cambios oro
El patrón oro, de manera resumida, es un sistema monetario en el que la unidad de moneda está respaldada por una cantidad fija de oro. Este patrón estuvo en vigencia durante aproximadamente 100 años, desde mediados del siglo XIX hasta la Primera Guerra Mundial, y con algunas interrupciones, hasta 1971. Si un país tenía más importaciones que exportaciones, lo que ocurría era una salida de oro de sus reservas hacia el exterior, lo que contraía la base monetaria y reducía la demanda interna, corrigiendo así el déficit comercial. Por otro lado, el patrón oro servía como una camisa de fuerza para la clase política, que al financiarse del banco central para cubrir sus gastos, veía limitada esta posibilidad, ya que la emisión de dinero debía estar respaldada por oro; de lo contrario, se perdía confianza y se producía una fuga de oro, actuando así la inflación como un freno natural a los excesos fiscales.
Los motivos por los cuales se cambió al patrón oro-dólar fueron la rigidez del patrón oro clásico, la escasez de oro tras la Segunda Guerra Mundial y la necesidad de un sistema más flexible que facilitara el comercio y la reconstrucción global.
Este nuevo sistema convierte a la FED en la única productora de moneda, pero también es un sistema insostenible a largo plazo porque para funcionar requiere que la economía estadounidense incurra en déficits comerciales permanentes, pues de lo contrario, Japón, Europa o Canadá, como socios comerciales mayoritarios, en caso de tener déficits comerciales —es decir, mayores importaciones que exportaciones— no tendrían la manera de cubrir este déficit en dólares porque el banco central de Japón no los emitía. Y la consecuencia de tener déficits constantes financiados con emisión monetaria por parte de la FED, en el largo plazo no generaría otra cosa que inflación, que de hecho sucedió, a partir de los años 70, cuando el gobierno de Nixon suspendió el sistema en cuestión. Nadie mejor que el economista Robert Triffin para definirlo:
“La enorme mejora de las reservas de los países extranjeros que ha tenido lugar en los últimos años ha sido principalmente el resultado de una vasta redistribución de reservas netas desde Estados Unidos hacia el resto del mundo… Es evidente que tal movimiento no podría continuar indefinidamente sin finalmente socavar la confianza en el dólar mismo” (1957, pp. 296-297)."
Esta enorme mejora de las reservas de los países extranjeros, sobre todo de sus principales socios comerciales, se dio por lo comentado anteriormente: el déficit comercial de Estados Unidos, pues sin el mismo, sus socios no habrían podido financiar sus importaciones. En el mejor de los casos, a los tecnócratas se les pudo haber ocurrido que Estados Unidos alterne entre períodos de superávit y déficit, socavando así el libre comercio y generando una inestabilidad permanente. Pero si el sistema estaba destinado al fracaso desde el momento en que se puso en marcha, ni el mejor ingeniero social o tecnócrata habría sido capaz de superar tales desperfectos. La paradoja era estructural: o Estados Unidos seguía alimentando el sistema con más dólares a costa de su propia estabilidad, o lo mantenía estable y condenaba al resto del mundo a la escasez de liquidez internacional.
Y no sólo eso, además de tener un déficit comercial, el Tesoro de Estados Unidos tenía además déficit fiscal, fruto de la Guerra de Vietnam, la creación del Medicare y Medicaid y el pago de interés de la deuda pública, financiado principalmente con emisión monetaria, agravando aún más la vigencia del sistema del patrón oro-dólar. En 1971 se dio por finalizado el sistema, lo que nos lleva al origen de la crisis de deuda latinoamericana, también llamada década perdida de 1980.
2. La decada perdida
Durante la vigencia del patrón oro-dólar, todos esos dólares, en gran parte a causa del déficit fiscal y comercial de Estados Unidos, dieron lugar al mercado de eurodólares (depósitos en dólares estadounidenses fuera de Estados Unidos), que, sumado a los petrodólares (dólares obtenidos por países exportadores de petróleo a cambio de la venta de crudo en los mercados internacionales), alimentaron el endeudamiento de economías como México, Brasil, Argentina, y entre ellos, Bolivia.
Con la desaparición del patrón oro, Estados Unidos comenzó a financiar sus déficits a través de la emisión de deuda. A su vez, las bajas tasas de interés en los Estados Unidos, junto con la disponibilidad de petrodólares, generaron un entorno de crédito barato que favoreció el endeudamiento en países como Bolivia. Este fenómeno contribuyó a la expansión de la deuda externa en América Latina durante las décadas de 1970 y 1980.
En el caso de la economía boliviana, estimaciones de la CEPAL nos dan un crecimiento de la deuda externa total entre los años 1975-1980 de 188%, donde la deuda externa pública representaba el 80% del total contraído.
Lo que hay que destacar, más que el endeudamiento en sí, es la subida de tasas de interés realizada por Paul Volcker, presidente de la Reserva Federal en aquel entonces, que condujo a otros bancos centrales —como el Banco de Inglaterra, el Bundesbank o el Banco de Japón— a adoptar políticas similares, debido a una inflación mundial que tenía componentes políticos, económicos e institucionales.
El componente político fue claramente las crisis del petróleo en 1973 y 1979, provocadas por decisiones de los países miembros de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo). Fueron factores clave. En 1973, los países productores de petróleo recortaron su producción y aumentaron los precios, lo que provocó un aumento masivo en los costos de la energía y, por ende, en los precios de los productos y servicios en todo el mundo. En 1979, otra crisis del petróleo (por la revolución iraní) volvió a elevar los precios, exacerbando aún más la inflación.
El económico, que mencionamos anteriormente, se dio por la expansión del gasto sin control de muchos gobiernos; muchos países, incluida EE.UU., adoptaron políticas monetarias expansivas en los años 60 y principios de los 70, financiando programas sociales, guerras (como la Guerra de Vietnam en EE.UU.) y gasto público sin respaldo adecuado de la producción. Esto llevó a un aumento de la oferta monetaria que, al no estar respaldada por un aumento proporcional de bienes y servicios, generó inflación.
El institucional fue el fin del patrón oro (1971): en 1971, EE.UU. abandonó el patrón oro-dólar, lo que llevó a la desvinculación de las monedas del oro y permitió a los gobiernos imprimir más dinero para financiar sus déficits, sin las restricciones impuestas por el respaldo en oro. Esto llevó a una expansión monetaria en muchas economías y a una inflación global.
Unas tasas de interés elevadas, aunque tengan distinto efecto debido al tipo de deuda que se tenga, implicaban el mismo final para los gobiernos más endeudados: el tener que pagar mayor servicio de su deuda (interés + capital). En el caso de Bolivia, contrató deuda con tasa de interés variable (LIBOR + diferencial) y con tasa de interés fija (Banco Mundial, BID). Sin embargo, y suponiendo que sólo se haya contratado deuda con interés fijo, al momento de refinanciar esa deuda, el pago del servicio de la deuda habría sido el mismo que contratar deuda con tasa de interés variable.
Como mencionamos, las economías grandes de Latinoamérica tuvieron un comportamiento parecido y, en el momento en que las tasas de interés internacionales subieron, estas economías sucumbieron. Tal fue el clima de la época que le siguió a la enorme liquidez que fue a financiar a estos gobiernos manirrotos y tal su consecuencia, que durante los años 80 su crecimiento económico se estancó, se incrementó la pobreza, así como la inflación, teniendo que transitar durante diez años. La lección no hay que perderla de vista, pues la deuda pública no es gratis; acumularla, peor, sobre todo si esta deuda no amplía la capacidad productiva de la economía y, en lugar de ello, genera corrupción, empresas sin valor o es usada como instrumento político para la compra de votos.
3. Bolivia y su Deuda Externa
Si uno lee la historia económica del país, no es una sorpresa la crisis económica actual, y por mucho que el Nuevo Modelo Económico, Social, Comunitario y Productivo asegura ser nuevo y sostenible, en realidad es un refrito de políticas económicas anteriores que nos llevaron hacia el desastre, me refiero a la adopción del Capitalismo de Estado del MNR (1952) y a la Sustitución de Importaciones, inversión pública como motor del crecimiento económico, endeudamiento externo y necesidad de precios altos de materias primas para sostener el modelo Banzerista (1971-1978).
Es importante subrayar que luego del golpe de Estado de Banzer, se mantuvo una política económica intervencionista, sin perder su rasgo de “nacionalista revolucionario” iniciado con Paz Estensoro con la diferencia no menor de que Banzer endeudaría más el país. Este intervencionismo tan marcado en los gobiernos nacionalistas (1952-1985) es similar el intervencionismo del MAS, lo única diferencia es que en dictadura, el rumbo lo trazaba el Gobierno de las Fuerzas Armadas, pero ahora lo traza un ejército de burócratas, que actúan al margen del mercado, imponiendo una visión centralizada de cómo debería funcionar la economía y que siempre termina fracasando.
Otro elemento que no es nuevo en el gobierno del MAS es la política de sustiución de importaciones (ISI), algo anteriormente propuesto en la dictadura de Ovando Candia, influenciado fuertemente por la Teoría de la Dependencia; sumado a la planificación y control de recursos naturales y creación de empresas estratégicas, es el mismo modelo que ahora el MAS nos intenta vender como propio. Tan sólo basta leer un fragmento de la Estratégia Socio-Económica del Desarrollo Nacional de Ovando Candia:
En este modelo, es esencial la intervención del Estado en la vida económica del país, a través del control de los recursos naturales y de los sectores estratégicos de la economía nacional. La planificación de la economía nacional se presenta como una necesidad objetiva que se constituye en el instrumento idóneo para garantizar un desarrollo acelerado e independiente (Estrategia Socio-Económica del Desarrollo Nacional, Tomo I, pág. 15) Fuente.
Los indicadores principales que originaron la crisis de los años 80s así como la hiperinflación fueron el endeudamiento externo e interno, cuya raíz, antes como ahora se encuentra en los déficits fiscales persistentes debido al gasto público creciente. El crecimiento de la deuda externa fue:
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Hugo Banzer (1971-1978): 16,75% promedio anual
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Evo y Luis Arce (2006-2024): 7,80% promedio anual
Sumado al gasto público y la caída en el precio del estaño y de otros minerales: desde ese entonces nada ha cambiado.
El otro indicador fue el crecimiento de la emisión monetaria:
- Hugo Banzer (1971-1978): 73,68% promedio anual
Pese a que en este análisis no estamos centrando en la deuda externa e interna creciente que vino a financiar el déficit fiscal ^[constante desde 1962 y creciente a partir de 1974], es importante aclarar que el periodo estuvo caracterizado además por:
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Inflación elevada
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Empresas Públicas sin valor
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Devaluación del peso boliviano (40,6% en 1972; 10% en 1973; )
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La inestabilidad institucional reflejada sobre todo en el constante cambio de autoridades, con la presidencia del BCB y el Ministerio de Economía siendo renovados anualmente, ocasionada por la inestabilidad política de aquellos años. Por ejemplo, los presidentes del BCB se cambiaron cada año y medio y los ministros de Economía fueron cambiados uno cada año.
¿Qué alternativas económicas podrían haber considerado los gobiernos anteriores, incluido el MAS, ante el aumento de los precios de exportación de las empresas estatales?
Una alternativa podría haber sido la creación de fondos de estabilización, como el Fondo de Pensiones del Gobierno de Noruega, que utiliza los ingresos del petróleo para crear un fondo soberano que protege la economía de fluctuaciones en los precios de las materias primas. Otro ejemplo es el modelo de Chile, con su Fondo de Estabilización Económica y Social, que destina una parte de los ingresos por la exportación de cobre para equilibrar las finanzas públicas durante periodos de precios bajos.
4. La Hiperinflación de 1985
Cuando la dictadura de Banzer llega a su fin en 1979, el financiamiento de los déficits crecientes lo cubre prácticamente el BCB (98,20%) y, de ahí en adelante hasta 1982 el crédito externo se cae, se devalúa la moneda y el peso boliviano ($b) pasa de 24.53 a 196.29, lo que exacerba aún más la inflación, combinados la emisión monetaria que financiaba el déficit con las devaluaciones, producto también del déficit fiscal.
Ese mismo año, mediante DS Nº 18782 se amplía hasta el 30 de junio de 1982, el régimen de excención impositiva para artículos alimenticios importados, es decir, antes de la hiperinflación del 85 las causas que la llevaron, principalmente el gasto público excesivo el gobierno de entonces aplicaba medidas similares que ahora con el gobierno de Luis Arce. Pero sigamos. Pese a que la tasa de inflación internual ya superaba los tres dígitos, el BCB seguía financiando empresas estatales y el Ministerio de Economía congelando precios, lo cual era un contrasentido insostenible en el tiempo: una completa locura.
Se congelaban y se descongelaban precios, se incrementaban los impuestos, se creó el billete de un mil pesos bolivianos, el BCB emitía bonos y certificados de ahorro en dólares (como ahora), etc.
En 1983, el informe oficial del BCB atribuía la crisis económica a la recesión de los países desarrollados, a las altas tasas de interés internacionales que sin duda aumentaban el servicio de la deuda externa, sequía que afectó la producción agrícola, desempleo, disminución de los niveles de inversión: ninguna trataba la verdadera causa, lo que era un problema porque la causa seguía latente y empeoraba aún más. El ajuste necesario no fue suficiente y por lo tanto la crisis estaba lejos de terminar.
El IPC creció 275,6% y el IPM creció en 416% impactando sobre todo en los ingresos fiscales, empeorando el déficit fiscal por mucho e insuficiente gasto público que se haya reducido. El aumento de la tasa de encaje legal en MN y ME subió 10 puntos, si bien fue una medida que contrarrestaba la inflación, no fue suficiente, pues la crisis no se resolvía ya con medidas parciales sino con un programa integral de ajuste como lo fue el DS Nº 21060.
Para 1984 la tasa de inflación interanual ya superaba los tres dígitos, las exportaciones del sector minero cayeron 22% y ya se hacía evidente que la empresa minera COMIBOL, nacionalizada en 1952 de las minas Patiño, Hochschild y Aramayo, arrastraba serios problemas estructurales: una administración ineficiente, costos operativos elevados, tecnologías obsoletas y una planta laboral sobredimensionada. Estas debilidades internas, acumuladas por décadas, hicieron inviable su sostenimiento bajo el modelo estatal tradicional.
Ya para entonces el informe oficial del BCB (y el único que registra variables macroeconómicas desde 1929) admite que, entre las causas de la hiperinflación se encuentra “el incontrolable crecimiento del déficit fiscal”; por otro lado, los ingresos fiscales encuentran su punto más bajo del PIB, preparando el terreno para el colapso de la economía del año siguiente: para darnos una idea, los ingresos fiscales de ese año sólo llegaron a cubrir el 11% del gasto público siendo el 89% restante cubierto con emisión monetaria. Llegando a julio de 1985 y bajo la presidencia de Victor Paz Estensoro, se decreta el DS 21060, un parteaguas histórico y económico de estabilización económica. ¿Por qué no hubo crecimiento a largo plazo sostenido? lo analizaremos el siguiente artículo.
5. El Decreto 21060
Las medidas del DS Nº 21060 fueron:
- Unificación y devaluación del tipo de cambio
- Se liberan las tasas de interés
- Se liberan las importaciones
- Se liberan las exportaciones
- Las empresas del sector público y privado podrán libremente negociar y rescindir contratos laborales
- Se congelan los salarios en el sector público hasta finales de 1985
- Se liberan los precios de los bienes y servicios internos
- Racionalizacón del personal (relocalización de 23.000 empleados estatales)
- Ajuste del precio del combusible (se eliminó el subsidio)
6. Conclusiones y Lecciones
La experiencia boliviana de 1985 nos deja una advertencia clara: el endeudamiento externo e interno, alimentado por déficits fiscales crónicos y un gasto público insostenible, puede llevar a crisis profundas. Bolivia sigue dependiendo de materias primas —antes el estaño, hoy el gas— y repite errores con medidas parciales como las exenciones arancelarias, que alivian momentáneamente pero no sustituyen reformas estructurales. Además, la fragmentación de la oposición y la falta de un plan económico claro son señales preocupantes. Si se busca evitar otra crisis como la de los años 80, no hay espacio para medias tintas. El próximo gobierno debe estar dispuesto a aplicar un plan de estabilización serio, seguido de reformas profundas. De lo contrario, será recordado como una nueva UDP.