Los Motores del Progreso para las Sociedades

“Cada individuo se esfuerza siempre para encontrar la inversión más provechosa para el capital que tenga. Al perseguir su propio interés frecuentemente fomenta el de la sociedad mucho más que si en realidad tratase de fomentarlo.”


Los motores del progreso y la prosperidad en sociedad se encuentran en la cultura del ahorro y en el fomento de la creatividad empresarial. Una sociedad que dedica una parte de sus recursos y su tiempo en construir bienes de capital que luego le permitirán aumentar su producción, se beneficia más que otra sociedad donde, por ejemplo, en lugar de ahorrar una parte de sus recursos para aumentar su producción más adelante, deciden que es mejor consumirlos. Al final del día, la sociedad ahorradora, se beneficiará de una mayor producción, mayores ingresos, es decir, un mayor crecimiento económico que su vecina sociedad consumista.

Así, la sociedad ahorradora que ahorre temporalmente parte de su consumo y su tiempo en construir bienes de capital será más rica en el futuro. Pero para lograr que esos ahorros se orienten donde la sociedad más lo vaya a demandar, es fundamental contar con el apoyo de la creatividad empresarial.

La creatividad empresarial es una cualidad de la naturaleza humana presente en una actividad que consiste en utilizar el ahorro generado por la sociedad para combinar factores productivos y producir lo que más adelante demande la sociedad. Los agentes creativos canalizan este ahorro en proyectos de inversión que estiman, serán demandados por la sociedad más adelante, existen diversos tipos de proyectos de inversión, que van desde las pequeñas pymes hasta las grandes multinacionales, y sin embargo comparten la idea de que obtendrán algún beneficio de la inversión que realizan, es decir, que en esencia, se guían por principios capitalistas porque lo que hacen es movilizar los factores de producción con ahorro previamente generado para producir una mayor cantidad bienes y servicios que estiman la sociedad demandará en el futuro ¿Pero cómo podemos estar seguros de que la sociedad demandará una mayor cantidad de bienes en el futuro? Lo hará porque al haber ahorrado tendrá una mayor capacidad de hacerlo, las personas ahorran con ciertos objetivos en mente, para comprarse una casa, para comprarse un auto, para pagar la universidad, etc. El ahorro es una virtud que nos brinda la posibilidad de ser más prósperos en el futuro.

Este proceso de ahorro-inversión-crecimiento se desarrolla en los mercados que son fenómenos complejos, donde se toman millones de decisiones que cambian día tras día y que en última instancia dependen de las necesidades y los deseos subjetivos de las personas. La idea de regular o controlar estos fenómenos complejos para reorientarlos según designios intervencionistas está destinada al fracaso ya que ninguna mente o grupo de mentes gobernantes tiene conocimiento de las necesidades subjetivas de la sociedad en cada momento del tiempo como para saber lo que realmente necesita o no necesita, y si no dispone de este conocimiento de las necesidades diversas en constante cambio que tienen las personas, la idea de intervenir los mercados termina siendo un derroche de recursos pagados por la sociedad.

Si el Estado es incapaz de conocer las necesidades de la sociedad será doblemente incapaz de saber qué tipo de proyectos de inversión emprender (con los ahorros de la sociedad) que anticipen adecuadamente las necesidades de bienes y servicios que la sociedad demandará; pero quienes sí están en mejore condiciones de hacerlo, son esa amplia diversidad de capitalistas embarcados en proyectos de inversión de diferentes tipos que, buscando su propio beneficio, son llevado a estimar, anticipar y emprender proyectos de inversión rentables que permitirán satisfacer las necesidades futuras de la sociedad.

Podemos llegar a dos conclusiones con esto: la primera es que los capitalistas no son esos personajes fríos, que trabajan en multinacionales y sólo piensan en el dinero. Vimos que no tiene nada de “malo” o “injusto” que obtengan beneficios, pues esos beneficios se lograrán siempre y cuando se haya atendido alguna necesidad insatisfecha; la segunda conclusión es que la economía no es un juego de suma cero donde los intercambios que se dan benefician a una parte y perjudicaron a otra, esa creencia tiene su raíz en el pensamiento mercantilista, sus ideas fueron refutadas hace tiempo por los economistas clásicos, y más adelante por los economistas austríacos con su teoría del valor subjetivo.

En toda la literatura especializada sobre crecimiento y desarrollo económico de los economistas convencionales el comportamiento humano es reemplazado por un ser racional funcional al método positivista. Por eso, las ideas de los economistas convencionales sobre cómo es que una sociedad llega a ser próspera fundamentadas sobre bases epistemológicas ajenas a la realidad dejan mucho que desear. Las ideas sobre cómo alcanzar el progreso económico y los efectos del intervencionismo están fundamentadas en la Escuela Austríaca de Economía.

Si bien no existe una receta milagrosa que aplicada nos lleve automáticamente al cenit del desarrollo, no podremos aspirar a ningún tipo de desarrollo sin los motores del progreso y la prosperidad como son la cultura del ahorro y el fomento de la creatividad empresarial.